HUMANISMO
DIGITAL.
A decir verdad, mi
sorpresiva entrada de hoy (sorpresiva porque casi no publico) es a razón de mi
inasistencia a la última clase. Aunque suene a excusa barata, pero cierta,
inexplicablemente no escuché mi alarma y justo cuando mis ojos vieron el oscuro
amanecer al sur de la ciudad, ya era hora de estar entrando al salón de clases.
Quizás no es algo que les interese mucho, pero a raíz de lo que pasó y mi pena
por haber faltado a la clase, quise hacer un pequeño aporte respecto al texto
que se debatiría en ésta.
Bastante hemos dicho sobre
el humanismo digital, sobre las nuevas formas de comportarse frente a la
inclusión de la tecnología en nuestro día a día
y las nuevas prácticas que adoptamos. Ciertamente me sentí muy
identificada en algunos aspectos del texto, en especial cuando se habla de los
nuevos procesos neuro-cerebrales que ocurren en nuestro sistema a la hora de
introducirnos en el mundo del internet. Personalmente, en los últimos meses,
casi años, se me ha hecho más difícil la lectura tradicional y aún más la
digital, y creo que este acontecimiento ahora tiene sentido cuando leí sobre la
“hipertextualidad” pues a la hora de leer
en pantallas, se me hace más fácil pero menos productivo cuando junto con la lectura
realizo otras actividades como revisar mis redes sociales, conversar con mis
amigos o escuchar música. Ahora, al momento de leer un libro o un documento se
me dificulta más concentrarme y dejarme atraer 100% por el texto, y empiezan a
surgir en mí una serie de excusas para dejarlo a un lado.
Estas prácticas me han
llevado también a lo que en el texto se denomina como “yuxtaposición” y “lectura
distante”. Y es que para no hacer tan largo ni tedioso mi “aburrida” forma
de leer, a veces opto por buscar sólo lo que me interesa, menospreciando el
resto de información.
Cuando hablo con personas
tradicionalistas, radicales en las formas de ver el mundo y en sus acciones, a
veces ellas critican lo que ellos llaman la forma tan ineficiente que resultan
estas prácticas, sobre todo en los jóvenes, sin percatarse de que es un hecho
evolutivo y que en el futuro será algo tan normal como cualquier cosa
cotidiana, que posiblemente nada lo pare, y que nosotros vamos a la par con
este cambio.